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Seguridad psicológica: la clave invisible de los equipos que funcionan (sin reuniones inútiles)

Si en tu equipo nadie pregunta, nadie duda y nadie se atreve a decir “creo que esto no va bien”, el problema no es de motivación. Es de seguridad psicológica.


Este concepto —que suena a “soft” pero tiene un impacto brutal en los resultados— fue definido por Amy Edmondson, profesora de Harvard, como “la creencia compartida de que el equipo es un lugar seguro para asumir riesgos interpersonales”. Es decir, un entorno donde las personas pueden ser ellas mismas sin miedo a parecer incompetentes, ser juzgadas o quedar fuera.


El proyecto Aristóteles: el hallazgo de Google que lo cambió todo

En 2012, Google lanzó una investigación interna: el Proyecto Aristóteles. Querían saber qué hacía que algunos equipos funcionaran mejor que otros. Analizaron más de 180 equipos a lo largo de tres años. ¿El resultado? No era el talento. Ni la experiencia. Ni el número de másteres por cabeza.

Era la seguridad psicológica. El único factor transversal en todos los equipos de alto rendimiento.

Cuando las personas sienten que pueden hablar con libertad, ocurre algo poderoso:

  • comparten ideas antes de que estén pulidas

  • reconocen errores

  • preguntan lo que no entienden

  • colaboran mejor.


En cambio, cuando reina el miedo, se instala el silencio. Y con él, la mediocridad.


¿Por qué es tan importante la seguridad psicológica?

Porque libera la energía que, en otros entornos, se usa para protegerse.

En un equipo con baja seguridad psicológica, nos econtramos con situaciones como estas:

  • Nadie dice lo que realmente piensa. 

  • Nadie cuestiona una mala decisión. 

  • Las ideas buenas se quedan en el cajón. 

  • Se finge que todo va bien mientras el barco hace agua.

En cambio, cuando el entorno es seguro, las personas arriesgan más, se comprometen más y crecen más.


Que dicen los datos sobre la seguridad psicologica


  • En empresas con alta seguridad psicológica, los empleados son un 50 % más productivos y tienen un 74 % menos de estrés (Paul J. Zak, Harvard Business Review, 2017). 

  • Equipos con culturas seguras innovan más y retienen mejor el talento (Amy Edmondson, 2019). 


El cerebro reacciona mejor: la seguridad activa los sistemas de recompensa; el miedo, los de amenaza (Modelo SCARF, David Rock, 2008).


La seguridad psicológica no es postureo: se construye en el día a día


Decir “aquí puedes opinar” no sirve si nadie se atreve. La seguridad psicológica se construye con hechos, no con slogans.

Y empieza desde el liderazgo. Un/a líder que escucha, que agradece ideas, que admite errores, que pregunta antes de imponer… está sembrando confianza. Uno/a que ridiculiza, minimiza o ignora, aunque sea con buena intención, está plantando miedo.


Agradecer cada intervención, incluso cuando no se aplica, hablar de tus propios errores, pedir feedback real (no validación encubierta), hacer espacio (o dar herramientas colaborativas) para quienes hablan menos o escuchar para entender, no para corregir.


Seguridad sí, pero sin reuniones eternas

Ahora bien: fomentar la participación no significa llenar el calendario de reuniones donde se habla mucho y no pasa nada.

Las reuniones no deben ser espacios de postureo, sino herramientas para la conexión, la claridad y la acción. Si usas las reuniones solo para validar lo que ya decidiste, la gente lo nota. Y deja de hablar.


¿Cómo convertir una reunión en un espacio de seguridad real?

  • Define el objetivo antes de entrar. ¿Para qué nos reunimos hoy? . Da tiempo para que se preparen un poco la reunión. A mi me gusta dar 24 horas. ¡No sabes lo que le gusta a la gente saber lo que va a hacer con su tiempo!

  • Abre con preguntas reales. «¿Qué se nos está escapando?» es mejor que «¿Todo claro?». 

  • Habla la última. Como CEO, no marques la pauta desde el inicio. 

  • Distribuye la palabra. No dejes que solo hablen los de siempre. Da herramientas a los mas tímidos, lentos, o los que no dominan la lengua vehicular para aportar ideas después por otros medios.

  • Recoge lo que surge. Y di qué se hará con ello, aunque sea: «esto no aplica ahora». Y no seas siempre tu el que recoge las notas: haz rotación. Cada vez una persona distinta que tome notas y distribuya.

  • Termina con compromisos concretos. ¿Quién hace qué? ¿Cuándo? ¿Qué seguimiento hacemos?


Una reunión bien llevada no es una pérdida de tiempo. Es un acto de liderazgo colectivo.

Lo importante no es responderlo todo, sino demostrar que cada idea fue escuchada y tratada con respeto.


Lo mas importante: la gran pregunta para cualquier líder


¿Las personas a mi alrededor se sienten seguras para decirme lo que realmente piensan?

Si la respuesta es no, no importa cuántos talleres de liderazgo hagas o cuántos valores pegues en las paredes.

Sin seguridad psicológica, no hay confianza. Sin confianza, no hay equipo. Y sin equipo… estás sola/o con tu agenda.


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